Feliciano Béjar nació en Jiquilpan, Michoacán en 1920. Fue un artista autodidacta que incursionó en varias disciplinas creativas hasta hallar su verdadero oficio en la escultura, principalmente en el reciclado de materiales de desecho.
Pugnó por democratizar la belleza por medio del arte. Dejó mucha obra sin terminar debido a su sistema de trabajo. Consideraba una pérdida de tiempo hacer anotaciones o bocetos, entonces, en cuanto tenía una idea comenzaba la escultura aunque tardaba 20 años en terminarla. Cuando tenía 15 años, Béjar comenzó a experimentar con los materiales que hallaba a su paso. Fue entonces que conoció al muralista José Clemente Orozco, quien trabajaba en una biblioteca de Jiquilpan, y de quien aprendió que el arte debía estar al servicio de la sociedad.
No obstante, primero se dedicó a recorrer mundo. Fue vendedor de telas, afanador, lavaplatos y elevadorista hasta que, en Nueva York, el pintor inglés Ar-thur Ewart lo estimuló para que se dedicara a la pintura. En 1947 regresó a México. Al año siguiente realizó su primera exposición individual con 18 cuadros en la Ward Eggleston Gallery, de Nueva York.
Continuó su formación autodidacta en museos de París. Recorrió Europa y en 1950, de vuelta al país, cargado con pinturas y acuarelas, presentó su primera exposición individual.
En 1956 volvió a París, donde además de pintar trabajó como extra de cine y locutor de radio. En ese período, un nuevo elemento asomó con insistencia en su obra: las luces a manera de pequeños soles. Por ello su biógrafo, Martin Foley, lo bautizó como El recolector de soles.
Fue en México donde se involucró en la construcción de instrumentos ''poblados de luz".
Los soles escaparon de sus lienzos y maderas para convertirse en los ojos de sus nuevas esculturas. Así nacieron las obras bautizadas por Jorge Hernández Campos como magiscopios: instrumentos de acero reciclado con lentes encapsulados.
La llegada de estas creaciones al Palacio de Bellas Artes, en 1966, constituyó la apertura a toda una generación de escultores vanguardistas, y significó la ruptura de moldes tradicionales. Impuso una nueva forma de entender el arte como un juego, una actividad lúdica en esencia. Su carrera fue muy larga y aunque tal vez no coincide del todo con el grupo de la ruptura, su obra sirvió para abrir nuevos rumbos en el arte.
Falleció en la Ciudad de México, en 2007. El último recinto mexicano donde fue exhibida obra de Béjar fue la Casa de la Primera Imprenta de América de la Universidad Autónoma Metropolitana. Posteriormente se llevaron a cabo otras exhibiciones en su homenaje en el Museo de Artes Populares y en la Casa de Cultura San Ángel, posteriormente, lo más grande, estaba por venir: Martin Foley y Martín Béjar con el objetivo de preservar el legado de Feliciano, se entregaron a la titánica tarea de abrir al público la Casa Museo Feliciano Béjar “El Porvenir”, en Jiquilpan. Un proyecto admirable, social y generoso, congruente con el pensamiento y la personalidad del Maestro.
"Agua cristalizada".- Recientemente el Museo Casa del Risco le rindió un homenaje exhibiendo al público un conjunto de piezas en una muestra inédita , bajo la curaduría de Martín Béjar, presentando por primera vez el grupo escultórico “Agua”. Obras en las que este elemento es el tema central de la exposición donde el artista lo hace suyo en su creación cristalina, añadiendo un componente más con revelador sentido ecológico, el rescate de piezas de metal en desuso, dándoles un nuevo significado. Cuando se mira la obra de Feliciano Béjar se acumulan gratas experiencias, a veces mágicas, sobre todo quienes gozamos con su imaginación.
Aquí algunas imágenes de la exposición
"Agua cristalizada" en el Museo Casa del Risco
Agosto, 2015